lunes, 5 de mayo de 2014

Seguro que todos habeis oído esa bonita

Seguro que todos habeis oído esa bonita, romantiquísima y tierna historia sobre lo ciego que es el amor. ¿No? Bueno, la cuento por si hay algún rezagado que no la sepa o que no se acuerde muy bien.

Resulta que un maravilloso día decidieron reunirse todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Fíjate, todos los sentimientos juntos, aquello debía ser poco más que una crisis nerviosa o algo así. Todos juntos ahí haciendo presión. Y no creais que los cabrones estaban discutiendo cómo ponerse de acuerdo y hacernos la vida más fácil a los seres humanos. No. Los muy capullos se estaban aburriendo de lo lindo. Con la de cosas de las que podrían hablar, los pactos y alianzas que podrían establecer la tristeza, la alegría, la felicidad, la melancolía, la baja autoestima, la sorpresa, el dolor.... no sé, digo yo, podrían llegar a un acuerdo del tipo "Pues cuando aparezca la tristeza que no salga la melancolía" o "Cuando aparezca el aburrimiento que no salga a relucir la necesidad sexual" (algo que ahorraría muchos quebraderos de cabeza mañaneros a más de un@), o "Que la soledad nunca vaya acompañada de la falta de cariño". Pues no, los muy capullos se pusieron a jugar al escondite. Ea, con dos huevos. ¿Qué leches estarían pensando la ironía y el cinismo en esos precisos instantes? ¿O esos no son sentimientos humanos?

Pues dicen que la intriga levantó la ceja intrigada (fíjate, un sentimiento levantando la ceja en plena crisis nerviosa) y la curiosidad (que de esto nunca me falta a mí) preguntó que de qué leches iba el juego (es que mi curiosidad es un poco borde a veces). Y entonces la locura explicó que contaría hasta un millón (joder, en mis tiempos contábamos hasta diez o hasta veinte) y todos los sentimientos deberían esconderse. Luego ella los encontraría. Vamos, lo que se conoce normalmente como ese estado de ánimo que todos tenemos según el cual ocultamos cualquier sensación que pueda exteriorizarse en un intento de no volvernos majaretas porque en realidad estamos hipersensibles.

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